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Martes, siete de la mañana.
Clara espera el ascensor.
Vive en el piso catorce.
Cada mañana, baja a la calle, camina hasta la estación y toma el tren a su trabajo.
Hoy, el ascensor no funciona.
Clara baja por las escaleras.
Catorce pisos.
Uno tras otro.
En el piso nueve, escucha una radio.
En el piso cinco, alguien discute por teléfono.
En el piso dos, huele a café.
Clara llega a la calle.
No ha desayunado.
Compra un café en un vaso de cartón.
La señora del quiosco le sonríe, pero Clara no la mira.
En el tren hay silencio.
Todos miran sus teléfonos.
Clara también.
Pero no lee.
Solo observa las pantallas vacías.
A las ocho y cuarto, entra en la oficina.
Saluda con la cabeza.
Se sienta.
El ordenador parpadea.
Un nuevo correo: "El ascensor ya funciona."
Clara no responde.
Solo mira por la ventana.
A lo lejos, alguien sube por unas escaleras.
El ascensor
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